Franklin Monge Brenes
3 min readFeb 24, 2021

Digital, digital, digital, digital, digital, digital, digital, digital, digital…

Cuanto hemos escuchado en todos y cada uno de los rincones del planeta sobre la transformación digital, la digitalización del mundo y que nos movemos en un entorno digital. ¿Realidad, mito, tendencia, moda?

Efectivamente es una realidad, sin embargo, debemos entender que esta transformación no es igual para todos, no necesariamente está al alcance de todos y por ende es imperativo ser muy cautos, pero a la vez proactivos en la adopción de modelos de negocio e incluso vida que nos enrumben a la convivencia natural que fusiona nuestra vida cotidiana y la tecnología en lo que muchos nombramos digitalización.

Independientemente de las herramientas con las que contemos, la humanidad se ha caracterizado por tomar decisiones y desarrollar sus actividades mezclando emociones y realidades, estas realidades es lo que hoy conocemos como datos; datos que a lo largo de la historia han servido para evolucionar, apalancando este proceso evolutivo en el ingenio, de forma tal que cada vez somos muchísimo más productivos y por así decirlo expeditos y eficientes.

Esta ola llegó para quedarse y tanto las empresas como las personas hemos ido adoptando herramientas y tecnología para enrumbarnos hacia esa digitalización, comprando al detalle pequeñas piezas de ese rompecabezas, iniciando con nuestros básicos aparatos inteligentes hasta llegar a la 4ta. Revolución Industrial que se desliza sobre la plataforma preparada por tecnologías anteriores con mejoras constantes de tecnologías emergentes cuyo alcance, velocidad e impacto, modelan todo un vertiginoso proceso transicional.

La aventura digital para cada industria debe tener una clara hoja de ruta, teniendo dos afirmaciones que se vuelven críticas en el proceso, la primera de ellas es que debe ser muy estratégico el abordaje, mientras que el otro factor es que hay altas probabilidades que las cosas cambien rápidamente y debemos adaptarnos con mucha facilidad y seguridad a la dirección que se mueva el mundo sin perder la esencia, ni tampoco realizarlo instintivamente, por lo que volvemos al punto de partida y analizar datos, al igual que nuestros ancestros, no cambia el método, pero sí la velocidad, cantidad y capacidad de análisis.

La pregunta clave para un proceso de este tipo tiene tres componentes: ¿de lo que tengo qué me sirve?, ¿qué necesito adquirir?, ¿qué no está aún disponible y debo pensar como desarrollarlo?, así como la manera de que cada una de las partes armónica y orgánicamente se entrelazan para que se convierta en un modelo integral que cumpla con las expectativas presentes y futuras del negocio.

Imprudente sería correr a adquirir lo último o más moderno a nivel de tecnología, al igual que es un error creer que lo que a otro le funciona nos dará los mismos resultados, no es una receta al dorso de un paquete en el supermercado, el modelaje de los procesos de transformación digital lo podríamos comparar con arte, es crear y aplicar todas las capacidades es determinar ese camino, establecer con información y estrategia como debo abordar el cambio.

La digitalización es real y no podemos permitirnos no ser partícipes de este cambio, que, gestado desde hace varios años, trazó cual una brújula un norte hacia donde los negocios y las personas deben apuntar.

Franklin Monge Brenes

Ingeniero Industrial, MBA, Master en Transformación Digital y Desarrollo de Negocios, Consultor de Negocios